Aquí les traigo un cuento de mi autoría que gano en un concurso interno de mi colegio. Se los recomiendo si les gusta la metaficción.
Espero que lo disfruten y comenten que les pareció.
***
“Real”
es una palabra muy corta.
La
puerta estaba cerrada, se asomó por la ventana para ver si el profesor podía
tener alguna consideración sobre su impuntualidad.—Tarde otra vez.
—Lo siento, es que había taco.
En
realidad, no se quería levantar de la cama.
―No
es la mejor excusa después de su ausencia por una semana.
―Aquí tengo
el certificado médico ―dijo entre dientes mientras se iba a sentar.
―Está bien,
pase ―entornó los ojos mientras se sacaba la mochila ―Chicos, abran su libro en
la página ochenta y tres y luego lean el cuento “ante las miradas”,
respondiendo las preguntas del final.
Una vez
sentada, comenzó a leer el soso relato de terror sobre un hombre que por una
extraña enfermedad podía con sus ojos reproducir los secretos oscuros y los
peores miedos de las personas. Aburrida, decidió pararse a botar algo para
perder tiempo.
Cuando
de pronto vio algo que llamo su atención al fondo del salón, era un joven sentado
solo y al parecer nadie parecía dirigirle la mirada. Cosa que le produjo cierta
lástima.
No
estaba enterrada de la llegada de un nuevo alumno y menos aún a esa altura del
año, pensaba mientras trataba de recuperar atención a la clase, pero sin éxito
debido a la curiosidad.
Por
eso, cuando toco el timbre, se propuso una nueva tarea.
―Hola, soy Constanza ¿y tú eres?...
Guardo
silencio.
―No tengas miedo en responder. Si callas porque tu nombre te parece
muy raro, conozco una chica que se llama Tiburcia.
No
hubo ni una sonrisa ni respuesta mas que sus ojos azules, que contrastaban con
lo oscuro de su pelo, y contenía un atractivo indescifrable. Tal vez debido a
la melancolía.
Tocó
el timbre, llego el profesor y volvió a su puesto. Pensando en mil maneras de
entablar conversación, pero en los siguientes recreos los recelos del chico
continuaron. Resignada, decidió en la hora de almuerzo comentarles la situación
a sus amigas.
―El chico
nuevo es algo callado.
―¿Cuál
chico nuevo? ―pregunto una.
―El que se
sienta al fondo, tú sabes ―se sonrojó― el de ojos azules.
―Debes
estar confundida, no ha llegado nadie al curso.
―¿A sí? Entonces,
¿Con quién estuve hablando todo el tiempo?
―Eso mismo
te quería preguntar yo. Cuando estuvimos juntas te volteabas y te quedas con la
mirada pegada al vacío.
―Yo trate
de hablarte en el recreo pero decías cosas sin sentido al vacío.
―Tal vez,
aun tengas un poco de fiebre y por eso...vez cosas.
Recordó
cada detalle: pelo oscuro, carácter reservado, los ojos… ¿Dónde había visto
alguien así?
«¡No puede
ser!» Pestaño aturdida.
Ese
personaje merecía ser sacado por piedad de esa historia.
Un chico
dejo el libro con cierta mueca de decepción.
―Que cuento
tan extraño.
―Pensé que
te gustaría.
―Me gusta
la temática del juego entre realidades, pero este relato tiene demasiados
puntos flojos. ¿Tiene acaso un libro de microcuentos más desarrollado?
―Veré que
puedo hallar.
Mientras la
bibliotecaria se iba, un escritor con el cursor del mouse marco el archivo que estaba
escribiendo. Esta tenía como título: “historias sin pies ni cabezas”.
Hizo click
en la papelera, agradeciendo que existieran cosas tan malas que no den pena de
ser olvidadas.